jueves, 8 de noviembre de 2012


Mayencos en Venezuela. Octubre 2012


1ª parte. Canaima y Salto Angel

Comienza nuestro viaje un 17 de Octubre, llegamos Fernando, Manuel, Iván y Luis al aeropuerto de Caracas sobre las 4 de la tarde. En el avión las cualidades socializadoras sobre todo de Iván ya habían conseguido que contactáramos con algunos venezolanos, sobre todo con ellas. En general todos nos habían calentado la cabeza bastante con el tema de inseguridad ( que agobio, siiiiiiii, ya antes de salir de casa nos lo habían dicho....)pero bueno es lo que hay. Emma una abogada de Bilbao,guapa y simpática nos acompañó por el aeropuerto hasta lo que debía ser una salida más o menos segura. Cambio de divisas con un guardia de seguridad con mucho misterio. Por si alguien no lo sabe si se viaja a Venezuela hay que morir al palo del cambio ilegal,(y de paso fomentar la especulación de divisas) pero es que si no te sale más caro el viaje que ir a Noruega. Preguntamos por aviones para ir a Ciudad Bolívar, nuestro primer destino, no hay; ahora por autobuses, tras varias confusiones e interpretaciones nos vamos aclarando aparentemente. Bueno, salimos en un taxi blindado con un gorila por conductor, poco hablador pero efectivo,que nos situó en la central de autobuses de Rodovías ( compañía que no recomiendo a nadie por lo que veréis) en pleno centro de Caracas; era ya de noche y la señorita de la venta de tickets nos dice que no hay billetes ni para ese día ni para nunca prácticamente. Solicitamos información de otras compañías, no con mucho entusiasmo nos facilitan una lista de tfnos de otras compañías. Localizamos una a tomar vientos de ésta. A buscar taxi como locos, en una noche de idems en una ciudad de otro tanto. En eso aparece otro gorila y nos dice que si queremos tickets (boletos allí) un poco más caros (80% más) y para cuando queramos. En esta situación de agobio decimos que si. Aparece el jefe de la terminal, malhumorado y bienvestido (esto será general en todo Venezuela: bienvestidos y antipáticos, con algunas excepciones) nos pide la plata y los 4 pasaportes y pretende irse con todo, decimos que no, que donde van nuestros pasaportes vamos nosotros y casi nos los tira a la cara. Ala, otra vez a la calle, a buscar un taxi. En eso aparece nuestro ángel guardián (Fredy) nos encuentra una compañía mucho más cerca de lo que nos habían dicho y en dos autobuses diferentes nos ponemos rumbo a Ciudad Bolívar.
Por fin parece que nos podemos relajar, a dormir en el autobús toda la noche hasta el amanecer. Pero cuidado,si alguna vez viajáis por Venezuela en autobús y además de noche (los autobuses son cómodos, con butacas amplias y reclinables y WC) no os olvidéis de subiros el saco de dormir de -25º pues la temperatura media en toda la noche no subirá de 15 o 16 grados. A alguno se le olvidó abrigarse y tuvo la valentía de quedarse solo en camiseta y casi la palma, je,je. Se ve que es la mejor manera de desinfectar el autobús, pues los que no llevan el aire acondicionado a tope están plagados de cucarachas y el asiento se te pega como una lapa.

Laguna de Canaima
Iván y Manuel en el poblado "pemón"
Llegamos a Ciudad Bolívar Fernando y yo unas dos horas más tarde que Iván y Manuel que habían salido en el primer bus. Ellos ya se habían tomado su primer “juguito” (alguno lo pagaría después) y habían tenido la “FORTUNA” de haber conocido ya a Carlos, el que sería nuestro touroperador para las actividades de los próximos días. Este sí es simpático, buen vendedor y probablemente arrollado por el devenir de la vida cotidiana que le rodea. Después de arduas negociaciones sacamos un precio más que brillante (el que lo quiera saber que me pregunte) para visitar el salto Angel y para el trekking en Roraima, “todo incluido” es decir tanto lo bueno como lo malo. Cambio de  divisas a lo bestia con un precio mejor que en Caracas. Y nos vamos echando virutas hacia Canaima, base de partida para las visitas al salto más alto del planeta. Todo son prisas en el aeropuerto pero nos tranquiliza "relativamente" el buen rollo que nos infunde la sonrisa de Carlos.Vuelo espectacular en avioneta, una Cesna de más de 30 años, con pocos ajustes (bueno para la ventilaciòn), yo en una solo con un montón de comida, pilotada por un superpiloto de más de 130 kg (sería para compensar la carga), pero que daba confianza, sobre todo al ver como se ponía a ver los periódicos mientras volábamos. Los demás en otra avioneta juntos. El viaje empieza bien, a la izda. se queda el río Orinoco,majestuoso, más adelante empezamos a divisar el embalse de Guri, grandioso con sus islas, y cuando ya nos vamos acercando a Canaima empiezan a aparecer los primeros “tepuys”, increíbles, y a dos minutos del aterrizaje ya se divisa perfectamente la laguna de Canaima con sus espectaculares cascadas. En resumen , una hora y media de tensión y de placer a la vez. Trámites de rigor en el miniaeropuerto, pago de tasas en Infoparques, compra de mapas y alguna postal y derechitos a nuestra posada. No voy a dar nombres, por no hacer publicidad, simplemente decir que estaba bien situada frente al lago, se comía y bebía bien, pero las habitaciones justitas,justitas.......Se dormía  mejor en el salón con el arrullo del bramido de las cataratas.
Niños pemones en la escuela
embarcando hacia la posada

mojados después del salto del Sapo, a mi lado Carmen e Idoya, el pelirrojo y su chica belgas abrazados, también compañeros de posada. A la derecha la guía simpatíquisima Georgesmarie. Los demás infiltrados venezolanos,excepto Iván Manuel Fernando y Leo


Bañito en el lago con aguas casi de color miel, muy calientes y con una corriente que de no tener cuidado se puede convertir en peligrosa. Pero la contemplación de semejantes maravillas a nuestro alrededor nos hace sumergirnos en una embriaguez de felicidad que sólo turban a ratos los insistentes “puri-puris”, mosquitos diminutos que se han empeñado en fastidiar nuestro placer. Alguno vaciará su repelente en pocas horas. Conocemos a nuestro guía para los próximos 4 días, “Tony”, un indio pemón con rasgos característicos de su tribu, me refiero a los físicos, por lo demás antipático como él solo, no creo que eso vaya con la etnia; hasta el último día no le arrancamos una sonrisa y creo que fue porque llevaba una lata de cerveza en la mano y alguna más en el estómago. Bueno, día libre, a pasear por el pueblo, visita a pie a las cascadas en el puerto de Ucaima y a visitar los comercios locales, escuelas y a intentar conocer un poco a las gentes. Los niños encantadores, las empleadas de las tiendas también, pero aquí viene la anécdota del día: conocemos a un griego huído de la debacle que impera en su país de origen por la crisis, está casado con una lugareña, regenta un asador de pollos, limpio y agradable; ni cortos ni perezosos le encargamos un pollo para darnos una alegría, nos dice que en media hora lo tiene. Chachi¡¡¡¡¡ nos vamos a comer un pollito a la brasa rico,rico. Pasa la media hora y regresamos, cuando llegamos le está vendiendo nuestro pollo y alguno más a un lugareño. Lacónico y escueto nos dice: “el pollo volóooooo....” Vale tronco¡¡ si todos los griegos son así de cumplidores ? puajjjjjjj. Tal vez era el ambiente y no el origen pero el caso es que nos quedamos sin pollito. Menos mal, todo hay que decirlo, que en la posada se come bien y abundante. Pero.......¡¡¡¡¡
Día siguiente, cambio de planes, retraso de horarios y demás (ya nos empezamos a acostumbrar). La idea primera era visitar las cascadas cercanas y al día siguiente el salto Angel, pero ha llegado otro grupo, mandado por nuestro “touroperador” Carlos y nos unen a el.......guauuuuuuuhhhhh, está lleno de chicas: americanas, canadienses y australianas, también un japonés, un suizo y un superboludito argentinito. Esto promete....Iván y Manuel empiezan a frotarse las manos ( los demás los ojos de ver tanta belleza).Gracias Carlitos,je,je,je.
Así pues, esa misma mañana sobre las doce, preparamos todo, chaleco salvavidas y a la “curiara” que toca navegar por el proceloso río Carrao, luego el Churún y después a por el Salto Angel.
Toda una tarde dentro de la canoa, se nos hizo corta, algún traslado a pie para que los pilotos puedan superar los rápidos más peligrosos, comidita a base de espaguetis carbonara deliciosos sobre la marcha, tormentita abundante a mitad de camino mientras vamos bordeando el Auyan Tepuy, entramos en el río Churún, seguimos entre rápidos cada vez más bonitos y sorteando grandes rocas que a veces casi rozamos y por fin llegada a Isla “Ratón”, con exclamaciones de asombro tras ser recibidos por la increíble caída de agua más alta de este planeta maltrecho. Aquí todo parece limpio y hermoso, sólo el ruido del motor parece estar fuera de lugar, pero una vez que se para la barca y descendemos hacia el campamento, todo es quietud y bienestar (bueno salvo para algunos, los mosquitos)
Más abajo tenéis video de la llegada en canoa.
Casi anocheciendo hacemos las primeras fotos de una maravilla que está entre las 10 mejores naturales de la Tierra. Vamos a pasar la noche en hamacas, ahora sí tras habernos comido un suculento pollo hecho con leña del lugar y un poco de gasolina, pero sabrosísimo. A las cuatro de la mañana nos despertaremos para subir al mirador del salto. Nuestro “amigo” Tony nos despierta a las 3, alguien sabe porqué? .......pues no¡. Lo unimos como uno más de los misterios que nos quedarán sin resolver en el viaje. De noche cerrada iniciamos un ascenso entre agua, raíces y piedras mojadas, con los frontales al principio y envueltos en una niebla espectral que hace aún más emocionante el acercamiento a la base de la cascada. Tras un poco más de 1 hora llegamos al primer mirador desde donde un estruendo abrumador nos envuelve, seguimos hasta el mirador principal y allí la mayoría se quedan a disfrutar del espectáculo que es la contemplación de esta maravilla. Solo Iván, Manuel, Briana (la chica americana) , el guía y yo nos vamos a la base a darnos el bañito energético y reparador que corresponde a este momento especial. Momento de felicidad sublime. Tal vez por eso lo llaman el "pozo de la felicidad"
Fotos con todos los compañeros y de nuevo al campamento a almorzar. Retorno a Canaima alucinando de la velocidad que coge la canoa ahora con la corriente a favor, incluso nuestro timonel casi se va al agua en uno de los rápidos.
Lo que se preveía como una tarde de descanso se convierte, como por arte de magia y de la improvisación, en una alocada carrera para visitar el salto del Sapo, cascada que se pasa por detrás y de la que tenéis un video un poco más abajo. La visita a esta cascada la podemos calificar casi, casi tan memorable como la del salto Angel, totalmente recomendable sentir la fuerza del agua tan próxima. Fueron momentos excitantes y a la vez relajantes, y si no que se lo pregunten a los que se metieron en los extremos del salto a sentir la fuerza del agua en sus espaldas.
Regreso a la posada, cenita y final “superchevere” con bailecitos en un bello local al borde de la laguna. Ni que decir tiene que no tenemos nada que hacer a la hora de mover las caderas, pero aún así nos defendimos como jabatos, unos mejor que otros, y nos pegamos unos bailes apretaditos inolvidables con casi todas las chicas, algunas como palos tiesos pero en general muy sugestiva la situación. A dormir pronto pues el garito cierra a las 10 por “duelo”, no de tiros.....que sois muy mal pensados. Intercambios de correos, facesbooques y demás y besitos con lagrimitas de “porqué no más.”'?........
Al día siguiente saldríamos de Canaima tras incomprensibles horas de espera en la posada sin saber horarios de vuelo y sin saber donde estaba nuestro guía, etc.etc. Aún así no nos quitó nadie la sonrisa de la faz por lo bien que lo habíamos pasado y lo maravilloso del entorno que nos rodeó.
Nuestro "simpático guía"

mirando alucinados el salto


Marco, Elly, Briana, Claire y el "patito", detrás el timonel "Maguila"

Kelly e Iván
Inolvidable Salto "Angel"

de izda. a dcha: Kelly, Claire (AUS) , Briana (USA) y Sam (CAN)
Resumen: paisajes de ensueño para retener en la memoria muchos años, compañeros de aventura entrañables, y servicios turísticos tirando a regulares.

Os recuerdo que estoy trabajando en la que será la "movie" del viaje.Pero esto tardará, cuando la tenga informaré.

Río Caroní





2ª parte: Ciudad Bolívar, Orinoco y Roraima

Seguimos viaje. Llegamos el 5º día a Ciudad Bolívar en la avioneta que nos había transportado desde Canaima, mismo piloto que a la ida y ahora sí todos juntitos y con el amigo Leo, argentino que s e nos ha revelado encantador y al que deseamos suerte en su aventura en Brasil.
El viaje en avioneta es espectacular una vez más y ahora más divertido con todos los compañeros juntos. A nuestra llegada al aeropuerto no hay nadie, y nadie sabe nada de nosotros, ni guías, ni el simpático y atareado Carlos, nada. Nos miramos como tontos, y mientras unos van al baño, otros a comprar dulces (y de paso conectar con las nativas) yo me dirijo a un tfno público ( aprovecho para decir que si viajáis por estas tierras, condenad el dichoso celular, compraos una tarjeta de CANTV y a disfrutar llamando a casa por escaso céntimos, cierto¡¡¡¡.....), contacto con Carlos, nervioso como siempre que dice nos envía urgentemente un taxi que nos llevará a su posada. En breves minutos aparece el taxista y así es nos dirigimos al centro de Ciudad Bolívar donde la agencia de “Carlitos” tiene una sencilla posada, bien refrigerada y sobre todo atendida muy amablemente por su esposa, una mujer de sonrisa afable y voz dulce. Nos cruzamos en la escalera con las chicas que regresaban a Sta. Elena: Claire, Kelly y Briana, más besos, prisas y alguna lagrimita.....pues ellas ya se van y nosotros aún no sabemos nada de cuando ni hacia donde partiremos. La mujer de Carlos nos presenta a nuestro guía: Fran, todo un personaje como iremos viendo. La cara y el aliento del guía nos dice que algo no va bien; nos invita a sentarnos y a pimplarnos unas buenas “Polar” bien frías y las más grandes que yo he visto hasta ahora. Rechazo la invitación pues a mí las cosas serias me gusta discutirlas bien sereno. Mientras nos empieza a contar su historia personal, que no viene al caso, sigue el baile de cervezas y el de su lengua. Parece ser que el quiere salir al día siguiente, que no le parece bien lo que hemos pagado, y un largo etc. que nosotros no hemos negociado con él. Al final todo se resuelve al decir que vamos a contratar 2 porteadores extra para nuestras cosas personales y que lo que sobre de peso, puede utilizarlo para lo suyo. Alegrías, apretones de manos y más cervezas (que luego pagaremos claro). En resumen un día de retraso en lo previsto, que no nos molesta pues es ya un poco tarde, lo único no viajar con las chicas,mmmmmmmmhhhhh¡¡¡¡

hacia el puente sobre el Orinoco

Día siguiente: como hasta la tarde no sale el bus, tenemos prácticamente todo el día libre, así que a pasear y descubrir esta extraña ciudad que dió albergue al “Libertador de América Latina, del yugo español”. Salimos de la posada y nos dirigimos hacia el río Orinoco, que prácticamente rodea la ciudad, cogemos una lancha y nos vamos a navegar por semejante monstruo de agua dulce, pasamos una hora larga yendo hasta el puente colgante que se supone es el más grande de América Latina. La verdad es que impresiona estar debajo de su estructura metálica, incluida la calzada. El calor es sofocante y la humedad del río se pega a la ropa, pero compensa sobradamente el deslizarse por las aguas, que seguramente, hemos estado recorriendo en Canaima y que sabemos vienen de esos maravillosos tepuys y cascadas que hemos visto.
Seguimos visitando la ciudad, ahora nos vamos al supuesto “Jardín Botánico”. Lo de jardín bien, limpito y escaso, más de la mitad está cerrado y la otra mitad si bien es lindo carece de toda información sobre las especies que alberga. Bueno por lo menos se respira un poco porque los alrededores a estas horas bullen de olor a gasolina mal quemada y a aceites de fritura de dudosa calidad. Aprovecho esta circunstancia para comentar dos de los males que padece Venezuela en general desde mi modesto punto de vista: uno el regalar prácticamente el combustible a sus habitantes ( un depósito medio se llena por menos de 30 cms de euro) y otro la ingesta de comida basura al más puro estilo yankee, fritos y más fritos, y bebidas azucaradas, todo rodeado de plásticos y papeles que en la mayoría de los casos terminan por los suelos y a veces con restos de esos elementos. Siento ser tan duro pero es lamentable el aspecto de muchas calles y plazas. Teniendo en cuenta que además no se ve que haya un servicio de recogida de residuos en la mayoría de los casos, como no hay un control de la quema de combustibles pesados que inundan la atmósfera de una contaminación que tienen la suerte de que se lava (aparentemente) cada vez que llueve , que es a menudo.
Bueno seguimos. Llega la hora de comer y vemos que no es necesario comer mal, descubrimos un comedor muy al estilo de todo Sudamérica, con sus almuerzos económicos (aquí lo llaman “ejecutivo”) y que por poco más de 2 euros nos sirven una sabrosa sopa de verduras, un pollo exquisito con arroz y frijoles también exquisitos. Eso sí casi no hay nadie, la gente prefiere los sitios de comida rápida, puajjjjjj.
Buscamos Correos para enviar postales y comprar sellos, y casi nadie sabe qué es ni donde está. Al final lo encontramos pero está cerrado por “duelo”, una vez más. Lo mismo debe pasar con el mueso de Simón Bolívar que tampoco podemos visitar.
En fin, ligero sueñecito y a preparar el viaje en la heladera del bus, ahora sí prevenidos todos del frío. Nuestro guía nos espera en la terminal, lejano y distante y casi como si no nos conociera, nos anuncia que nos bajaremos en un pueblo antes de Santa Elena para no tener que retroceder después hacia Paraitepuy, base desde donde se inicia el trekking al monte Roraima. Para los que no lo sepan, el Roraima es el tepuy más alto del Parque Nac. De Canaima, y es uno de los pocos que se pueden acceder con facilidad. Además posee la peculiaridad de tener en su cima un montón de especies endémicas y una geología extraordinaria. Listos con el equipaje, los boletos y a dormir al bus y a no enfriarse¡¡¡¡¡¡
Amanecemos, creo que ya miércoles en San Francisco de Yuruaní, a 69 km de Sta. Elena. 

San Francisco de Yuruani

bonito cartel en San Francisco

Lindísimo poblado pemón, con calles amplias comercios turísticos, en los que se venden cuarzos, jaspes y artesanía local. Eso sí con 1.200 habitantes no cuenta con ni un sólo teléfono, lo cual da al traste con nuestros planes de comunicar con la familia antes de iniciar el trek que nos tendrá incomunicados 6 días. Milagrosamente e incomprensiblemente la escuela del pueblo cuenta con un servicio súper moderno de conexión a Internet. Hasta ahora ha sido complicadísimo comunicarse vía red, y cuando lo he hecho ha sido un desastre; aquí sin embargo va bastante bien, pero casi no tengo tiempo de comunicarme. Conocemos a nuestros porteadores extras: “Callao” un hombre de 46 años que infunde muchísima confianza y Felipe un chaval de 26 que si bien al principio se muestra más reservado detrás de sus gafas de rapper, después se desvelaría como un compañero excepcional también. Compras de última hora, chocolates, pan, plátanos, etc. y a subirnos al 4x4 que nos llevará a Paraitepuy, aldea remota desde donde ya se divisará perfectamente el Roraima, el Kukenán, el Yuruaní, y otros muchos tepuys encantadores que conforman un paisaje misterioso en esta región que se llama Gran Sabana y que muchas veces nos recordará paisajes que tenemos más relacionados con Africa.
Llegamos a Paraitepuy, casas pobres, básicas, frente a bungalows aparentemente pensados sólo para turistas. Por lo menos cuentan con un consultorio limpio y alimentado con energía solar. Control de “Infoparques”, donde hay que registrarse y donde nos controlarán a la vuelta que no nos llevemos nada que no nos corresponde. Eso está muy bien. Disfruta de lo que te rodea, pero no te lo lleves a casa, es un buen lema.


Paraitepuy

Fran el guía e Iván, al fondo Kukenán

Comida tranquila a base de caldero con verduras y pollo, una vez más exquisitos. Por lo menos hasta ahora nosotros vamos comiendo muy bien. Un platanito de postre y con todo el calor del mediodía nos ponemos en marcha y además con la tripita llena.
Nuestro guía sale como un rayo, lleva una gran mochila (aquí morral) y el precisamente no parece un atleta; pienso : “....o está muy fuerte o se va a reventar”, no pasan ni 20 minutos y en la primera cuesta importante …..pues eso …...se revienta. Así serán los próximos 10 o 12 km hasta el primer campamento, arrancadas de Fran, parones de Fran.
Bueno ya le iremos cogiendo el truco. Mientras tanto nosotros poco a poco,e intentando no abrasarnos vamos avanzando por esta sábana, dura, muy dura que antiguamente ha debido de ser jungla, pero que los incendios y la vorágine de no sé muy bien quién ha ido convirtiendo en un paraje que poco a poco se parece más a un desierto que a la selva. Parece ser que este es el futuro de muchas de estas regiones, de hecho en la vecina Brasil, el estado fronterizo, cuenta ya con alto nivel de desertización.
Aún así la belleza de los tepuys y todo lo que les rodea prevalece sobre los malos augurios. Va cayendo la tarde y los colores del cielo empiezan a transformarse en naranjas y violetas. Llegamos al campamento Kukenán, tras haber cruzado el río del mismo nombre y el río Tek. Ambos los hemos cruzado fácilmente, pues hace días que no llueve, y aquí el caudal varía terriblemente en función de las precipitaciones. Nos damos un refrescante bañito y con el permiso de los mosquitos nos vamos a cenar también una exquisita cena. 

Río Kukenán y chico muy limpio

llegando al base

Primera noche de tiendas, pero hay luna llena y el campamento, sin ruidos y con ese cielo invita a la contemplación y también a la reflexión. En esas circunstancias y rodeados de este medio natural es fácil divagar sobre pensamientos fundamentales que a todos nos invaden , y así es, los cuatro charlamos mirando al cielo y nos hacemos un poco más compañeros de camino.
Jueves, desayuno un poco pesado, pero más que nada por el calor que nos espera. Hemos de subir casi todo el día con una pendiente media considerable, el agua ya no es tan abundante, e incluso en un momento dado nos tenemos que apartar para encontrarla. Hay que decir que en todo momento el agua parece pura y sin riesgo pero la elevada temperatura nos obliga a no descuidarnos y la vamos potabilizando. Por mi parte creo que es de las mejores aguas que he bebido en el planeta que conozco.
Llegamos a la base del Roraima, sudados y malolientes, pero cerca hay una pequeña charca con agua refrescante que nos permite darnos un bañito inigualable. Comida,y sin reposar Iván, Manuel y yo nos ponemos en marcha, queremos ver el camino de ascenso, que ya desde el campo se advierte de locura. Pero hay árboles y seguramente unas vistas increíbles. A una velocidad de vértigo subimos hasta un amplio mirador, adelantando a nuestros porteadores que van a dejar esa noche ya parte de la carga en la cima.
Vemos por fín la sabana desde casi lo alto del tepuy, y a la bajada vemos un atardecer maravilloso.
en la jungla de subida a Roraima

llegando al mirador

Fran Tysson y Felipe al fondo
Cima de Roraima


 Empezamos a darnos cuenta de que todo el calor y la dureza de estos dos días empieza a merecer la pena. Regreso al base, cenita y a dormir, que parece que va a hacer frío. Caramba¡ con el calor que ha hecho todo el día y a mitad de la noche me despierto helado de frío, me tengo que poner calcetines y algo de ropa si no quiero dar vueltas toda la noche. Creo que alguno más también pasó frío.
Ya le habíamos avisado a Fernando de lo duro de la subida, así pues se pone en marcha el primero para ir tomando ventaja. Esta vez Fran parece más sensato e inicia la ascensión suavemente. A mitad de camino conocemos a otro personaje de estas montañas. Uwe Neummann, alemán que regenta la agencia Bagheera, de trekkings y ascensiones en Venezuela, dice que ha pasado más de 500 noches en Roraima y se le ve integrado en este medio al más puro estilo Indiana Jones, va con unos japoneses que han subido en helicóptero ( eso no vale troncos¡¡¡), algunos son de 60 y muchos años, pero eso no justifica el truco, je,je. Bueno les perdonamos porque Fran, nuestro guía , es amigo de Uwe y parece que es un buen chaval ( de 53 añitos). Hoy me ha escrito y me ha dicho que ha participado en un rescate de 6 turistas en el Auyán Tepuy, pero que 4 han muerto, vaya¡¡¡¡¡. Seguimos:
En casi 3 horas alcanzamos el mirador ( ayer sin carga nos había costado casi la mitad), fotos con el Kukenán como testigo y también con las curiosas formas de las piedras que nos rodean, labradas por la erosión del viento y el agua conforman figuras extrañas y a veces fantasmagóricas. Todo es un laberinto de piedra y flora desconocida extraordinario. Tras un descanso y avituallamiento ofrecido por nuestro guía a base de mandarinas y ciruelas, seguimos hacia nuestro “hotel”; así se llama aquí a los numerosos refugios que hay bajo las rocas y que nos protegerán de la lluvia y del frío en las gélidas noches de Roraima. El nuestro se llama “San Francisco”, es pequeño pero más que suficiente para nosotros, los guías y para instalar una cocina-comedor al más puro estilo troglodita. Después de comer subiremos al “tope” 2815 mts de altitud
Bellísimas vistas aunque un poco nubladas y sobre todo buenísimas vibraciones las que
transmiten estas rocas bestiales y negras que a veces dan un poco de miedo. Cena muy
buena a cargo del “cheff” Fran y a dormir que aquí no hay mucho que hacer y más si se pone a llover como es el caso. Decir que algunas noches hemos llegado a pasar más de 12 horas dentro de la tienda, estamos cerca del ecuador y el día y la noche duran prácticamente lo mismo.
Alguno piensa en visitar a los vecinos (un grupo de brasileños) pero el hotel queda lejos y es fácil perderse, además en el abrumador silencio que reina en la cima no se intuye que haya nadie vivo, así que.....lo dicho: a dormir¡
Amanece ligeramente nublado al día siguiente, parece que no va a ser el mejor día, pero hay que confiar en los dioses que moran entre estas piedras y ponerse en marcha. Bañito en las charcas de aguas claras vecinas y aunque no hace mucho calor o nada nos sienta de maravilla. Desayuno y a ver los “jacuzzis” de cuarzo, y sobre todo a mirar desde lo alto hacia la selva de Guyana y asomarnos a la “ventana” roca abierta que sobresale del precipicio poniéndonos los pelos de punta al asomarnos hacia el abismo.
Camino de la ventana, Fran por fin se nos revela como el auténtico guía indígena que
es: nos relata una maravillosa historia de su tribu, relativa a las plantas carnívoras, la vi
rilidad y la fortaleza de los jóvenes de su tribu y a las pócimas de los chamanes. Por
unos minutos nos traslada casi a una película de ficción, pero suena todo tan real que nos lo creemos todo y nos deja embobados. Gracias Fran¡


Felipe

Luis en la ventana, al fondo Callao

Manuel, sobre el abismo

Llegamos al abismo y a la vista de la jungla con el río Cacó al fondo. Visita a la ventana y fotos alucinantes de rigor.
Nos encontramos con los “brasileiros” y si bien al principio un poco distantes, en seguida contactamos con ellos, sobre todo con la que parece su líder “Kimie” una brasileña de origen japonés que a sus 55 años tiene más marcha en el cuerpo que todos los otros juntos. Bañito en los “jacuzzis”, sin mucho calor pero muy energéticos. Fotitos con ellos y a comer, que el baño da hambre.
Por la tarde deambularemos unos por un lado y otros por otro, la inmensa planicie que es la cima de Roraima te invita a perderte, pero cuidado¡ si la niebla llegase a invadirnos lo de perderse iría en serio. El laberinto de piedras es inmenso y no es fácil orientarse en él. Felipe nos acompaña a Iván y a mí a ver de nuevo la ventana, parece que el atardecer promete. Los demás se irán con Fran y Callao al campamento.
El atardecer no defrauda y aunque entre nubes,nos emboba una vez más y da pena marcharse ante la caída de la noche. Segunda noche en Roraima, y una vez más fresquito, a pesar del cobijo de nuestro hotel.
Ultima mañana en la cima, amanece a ratos nublado. Desayuno, preparamos los morrales, los porteadores recogen todo y a bajar. Nos juntamos enseguida con los brasileños y su alegre “Chimie”, abrazos, intento de robo del patito, y bajada entre bromas y resbalones en este delicado descenso, que a Fernando se le va a hacer bastante duro. En la bajada conocemos a Aaron, uno de los porteadores que llevan ellos, un chaval joven que ha dejado Caracas para convivir en una comunidad indígena y para ganarse unos bolívares hace de porteador a ratos. Encantadora persona y muy comunicativa, creo que es el primer venezolano con el que hablamos con fluidez, fervoroso defensor de la política actual de Venezuela, reconoce sus fallos pero mantiene la esperanza de que todo puede mejorar. Personaje muy positivista y alegre en su mirada y sobre todo en su dulce voz. Un placer realizar la bajada a su lado, nos habla de las cosas bellas de su país y nos hace crecer la esperanza de que podemos encontrar más gente como él.
Llegada al campo base, y tras comer otra vez a andar, pero esta vez ya con un calor insoportable. Fran propone volver a Paraitepuy de un tirón, lo cual supone comernos una etapa, nos parece una barbaridad y al día siguiente veríamos como así hubiera sido.
Noche en el campamento río Tek, con un ambientazo tremendo, han llegado varios grupos y entre los brasileños y nosotros sumamos una gran cantidad de gente. Además hay cerveza (caliente, pero.....) y algunos ya se animan un poco más. “Chimie” nos da un masaje a los cuatro de profesional que nos deja anonadados y reconfortados de nuestras maltrechas espaldas....”oubrigado¡¡¡¡¡¡Kimie, eres genial¡¡¡”


Aaron, un fenómeno

"Kimie" la mejor masajista de Roraima.

Nos abrasan los mosquitos, pero no nos impiden ver un atardecer precioso con tormentas eléctricas mirando hacia San Francisco de Yuruaní. Ultima noche en tiendas y madrugón para intentar no pillar todo el calor que nos espera. Da igual a la hora de andar estamos ya abrasados. Fernando e Iván lo pasarán regular tirando a mal por esta circunstancia.
Yo me adelanto un poco y los espero en el último río que hay antes del poblado. Bebo en él con un placer enorme, creo que nunca he disfrutado tanto del agua. Está fresca y dulce como pocas que he probado. Pienso que tal vez sea una insensatez, pero qué
placer en este mundo tan contaminado beber un líquido tan puro y sencillo.
Llegada a Paraitepuy, registro de morrales, exhaustivo pero no se si muy eficaz, unas frutitas frescas y a esperar el 4x4 que nos llevaré de regreso a San Francisco.
Resumen de esta etapa: Cuanto más se aleja uno de la civilización, más a gusto se está, la naturaleza hace hermoso todo lo que vemos. Cuanto más naturaleza más belleza. Da igual el frío que el calor. La relación con los porteadores y guía genial. No será fácil olvidarlos. Roraima único, que se mantenga así, por favor¡
Seguiremos.

3ª Parte. Santa Elena de Uhairén, Ciudad Bolívar,
Caracas-Valencia. Tucacas.
En la entrada de Morrocoy (Tucacas)



Habíamos dejado Roraima y regresamos a San Francisco, allí nos despediríamos de dos buenos compañeros: “Callao” y Felipe. Unos regalitos por aquí, intercambio de direcciones y unos abrazos sinceros de los que duelen. Felipe vive en una posada muy agradable, limpia y fresca, sin aire acondicionado pero con una techumbre de hojas de palma que parece más efectiva que todas las últimas tecnologías. Nos tomamos, ahora sí, unas cervezas bien frías y a comer mientras viene un taxi para llevarnos a Sta. Elena de Uhairén, desde donde tomaremos el bus para regresar a Ciudad Bolívar. Fran nos muestra a Fernando y a mí un comedor limpio y donde asan unos pollos con leña que huelen bien.
Mientras tanto Manuel e Iván han ido a recorrer el pueblo y han hecho amistad con una gente de Chichiriviche, ciudad que se sitúa en pleno corazón del Parque Morrocoy que ha de ser nuestro próximo destino. Comemos al lado de los miembros de una campaña gubernamental de salud, que está haciendo su labor en el pueblo; sorprende ver el peso desmesurado de la mayoría de sus componentes, otra nota más negativa que añadir a nuestras impresiones del país. Lo siento en el alma, pero resulta impactante ver algunas contradicciones tan grandes en un país tan hermoso.
Rumbo a Santa Elena, con la esperanza de poder saludar a las chicas que sabemos paran por allí (Briana, Claire y Kelly). El viaje a toda leche, con un Ford Fiesta, cinco personas y una buena carretera, los paisajes son muy agradables, palmerales, árboles con hojas de diferentes colores, y de vez en cuando atravesamos ríos caudalosos, entre ellos el que ya conocemos bien en sus inicios: el Kukenán. Llegamos a la terminal de la ciudad, lo primero es sacar los billetes para nosotros y para Fran, que se ha quedado sin dinero.
Nos damos un paseo por Sta. Elena y resulta que al ser domingo está todo prácticamente cerrado; esto no nos impide disfrutar del buen ambiente que se respira en ella, es tranquila y aparentemente mucho menos peligrosa de lo que nos la han pintado en Ciudad Bolívar. Paseamos, cambiamos dinero, nos tomamos unos batiditos buenísimos y conocemos a dos personajes singulares que venden artesanía;  el más mayor, Víctor, nos cuenta un montón de cosas, es un hombre instruido y  muy culto a pesar de su aspecto de viejo “hippie”, alaba el gobierno actual y nos da sus impresiones sobre como era todo antes. Conclusión: “cuando se ha estado peor cualquier mejora vale”. Aunque no nos consuela de nuestras impresiones, la verdad es que resulta agradable estar charlando tranquilamente en esta población, aunque del rastro de las chicas nada; Víctor nos explica donde puede ser que estén, se trataría de una comunidad indígena alejada, en un paraje maravilloso pero lejos y complicado de acceder. Será para otra ocasión.
Víctor  y unas amigas

A medida que cae la tarde el calor baja y las calles se empiezan a poblar de gentes que dan un buen ambiente a la ciudad, lástima, ya es casi la hora de marchar......para una vez que nos sentíamos a gusto en la civilización. Así pues a la terminal y otra vez a la heladera, pero esta vez tenemos asientos arriba con vistas a la carretera. Nada más salir se desata una espectacular tormenta de la que disfrutamos tras los cristales. También disfrutaremos toda la noche de la discoteca que se monta el conductor a base de" regetton" fundamentalmente. De como conducía no quiero ni mencionarlo, para no asustar a nadie.
Llegada de mañanita a Ciudad Bolívar y ahora por fin sí volvemos a ver a Carlos, pero como siempre anda súper liado buscando clientes, nos pone en un taxi de película : un Ford de hace 30 años con los asientos sujetos con cadenas, echando humo como una locomotora, y conducido por un taxista jovial que nos  coloca en un santiamén en la pensión.  Nos recibe la mujer de Carlos tan amable como siempre. Duchitas, lavado de ropas y a esperar el siguiente autobús que será como siempre de noche. Paseos de nuevo para hacer algunas compras. Los jóvenes contactan con dos chicas en un comercio y prácticamente se pasan el día intentando cortejarlas. Ellos sabrán en que quedó la cosa.
Por fin podemos ir a Correos, y esta vez sí echamos postales, y compramos sellos.
Dejamos Ciudad Bolívar, que hasta ahora ha sido un poco nuestra base de movimientos para dirigirnos a una parte diametralmente opuesta del país, nos vamos a la playa.........¡¡¡¡ Nuestros maltrechos cuerpos necesitan calorcito, agua salada y la brisa del mar que siempre limpia los pulmones y a veces el alma. Pero primero hay que llegar....¡¡¡
Salida en autobús con retraso hacia Valencia, casi 1 hora (empresa Ayacucho, suena a revolucionario, pero no, es el nombre de un estado de Venezuela). Es el primer autobús que tiene el aire acondicionado un poco decente, en el anterior habíamos tenido que tapar las salidas con cinta y aún así habíamos tenido frío. Bueno, a dormir tocan, asientos cómodos y más espacio que en ningún otro, guauuuuuh¡ pinta bien la cosa¡¡¡
Pero ay amigo¡ en lo más tranquilo de la noche, con una luna llena preciosa y entre paisajes de bosques maravillosos, de pronto suena un golpe fuerte que nos indica que algo va mal. El autobús ha reventado alguna rueda. La carretera es estrecha, estamos como en un puerto de montaña, pero el autobús no se detiene, simplemente circula lento, muy lento. En cualquier momento esperamos que algo malo suceda, no es posible que circule tantísimos kilómetros así. Sigue hasta que por fin encontramos una zona amplia donde otros autobuses averiados esperan su reparación. Parece ser que no era nada recomendable pararse en mitad de la noche en cualquier sitio. Más adelante nos contarían la cantidad de autobuses que se asaltan todas las semanas en Venezuela.
No sé cuantas horas estuvimos, lo que si sé es que este retraso nos hizo que el atravesar Caracas fuera un infierno de atascos, y que el llegar a Valencia se demorara en más de 6 horas.
Por fin llegamos a Valencia, tras haber entrado a la terminal  en Maracay a. Muy diferentes ambas ciudades de lo que habíamos visto hasta ahora. Las dos  están rodeadas de montañas con bosques frondosos; destaca sobremanera en ellos unos árboles de flores amarillas que entendimos se llaman: aranagüey. Realmente preciosos. Las dos ciudades viven a orillas del Lago Valencia, que en esta temporada de lluvias recién pasadas se había acrecentado notablemente dejando a mucha gente sin casa. Parece ser que el gobierno ya les está construyendo otras.
Las terminales de los autobuses más o menos son todas iguales, un barullo tremendo de gente, comercios, autobuses y coches con sus motores encendidos apestando a combustible, y gente buscando viajeros para ubicarlos hacia su destino. A nosotros enseguida nos asaltó un señor que incluso nos quería conseguir restaurante. Aceptamos su invitación de viajar a Tucacas, nuestro próximo destino, en un taxi limpio y a buen precio. Como estábamos tan cansados de autobús no lo pensamos ni un momento. Se presenta el taxista: Ellio. Un hombre alto y fuerte de voz más que templada, que infunde mucha seguridad; nos llevará, nos buscará posada e incluso se molesta en localizar cambio de moneda a buen precio.
En la pescadería frente al Hotel

Calle de Tucacas

Llegamos a Tucacas. Ya por el camino la impresión no era muy buena, el día tampoco acompaña, está nublado. Pero lo que vamos viendo no es precisamente ni idílico ni paradisíaco. Mucha carretera, mucho tráfico y sobre todo muchas construcciones de dudoso gusto al lado mismo de las costas. La entrada en la avenida principal de Tucacas tampoco invita al romanticismo, calles sucias y construcciones no muy brillantes. Preguntamos en 2 hoteles y al final nos quedamos en el segundo. Está al lado del puerto, se huele el mar y el pescado, tiene una pequeña piscina en la amplia terraza del ático y parece tranquilo, además el precio está super bien. La habitación limpia y fresca, del baño mejor no hablar. Como ya casi es de noche nos limitamos a cenar en la mejor pastelería que hemos visto hasta el momento. La regenta un gallego al que nunca llegaremos a ver, a pesar de que era el que nos iba a cambiar moneda,........ según Ellio.
Pero los dulces que vende y los batidos son geniales, así pues repetiremos una y otra vez hasta hartarnos. A dormir que llevamos 2 noches en autobús, y casi no nos acordamos de lo que es un colchón.
Amanece, estamos situados en la única entrada peatonal que tiene el Parque Nacional de Morrocoy, conformado por islotes de manglares y cayos de coral finísimos, este parque alberga una fauna de aves impresionante.
Iván y yo nos vamos a trotar por el parque y a intentar descubrir de qué va este entorno. Con un calor asfixiante y húmedo ( la noche anterior ha llovido a base de bien.Por fin nos vamos dando cuenta de que sí ha merecido la pena venir hasta aquí. Levantamos a los otros dos y...... día de super playa, relajados  a orillas de un entrante del Caribe. Aguas tranquilas y azules, bordes de coral que hacen que las orillas sean incómodas pero muy bellas. Calor asfixiante pero soportable a la sombra. Conocemos a Olga, una colombiana trotamundos que se gana la vida haciendo artesanía. Le compramos algo y Manuel le hace un encargo que prácticamente le lleva toda la mañana a nuestro lado. Nos cuenta un poco su vida, es "rastafary", su sueño es conocer Etiopía y se cubre la cabeza con una bandera de ese país. Nos narra parte de sus andanzas por los países que ha viajado : Costa Rica, Panamá, Honduras, etc. Y así pasamos la mañana. Vuelta al hotel, duchita y a pasear por las sucias calles de Tucacas.
Olga

Desembarco en Cayo Sombrero

Recogiendo palma, para tejados

En la lancha camino de los Cayos

Al día siguiente amanece lloviendo, hemos quedado ya con el piloto de una lancha que nos ha de llevar a hacer un “tour” por los cayos. Mientras desayunamos sigue lloviendo, pero al final decidimos embarcarnos, pues en la dirección que vamos se ven claros. Un acierto, nada más salir en la lancha llueve con fuerza pero enseguida se para y nos vamos adentrando en lagunas de manglares fantásticas con cientos de pájaros por encima de nosotros . Paramos en playa de los Juanes, un sitio de aguas poco profundas y nos bañamos al lado de manglares. En el pozo de las estrellas Iván salta al agua a recoger estrellas de mar, que parecen estar puestas allí de adorno, yo pienso que no pero nos quedará la duda. Fotitos con ellas y hacia Cayo Sombrero. Un lugar inigualable por sus arenas blancas, sus aguas de color azul turquesa limpias y sus palmerales de ensueño dando una sombra más que necesaria dada la altísima temperatura que reina en este lugar. Bañitos y más bañitos en las placenteras aguas, paseos y alguna carrerita por la playa. Poca gente, para disgusto de los chicos, pero no se puede pedir todo. Comemos pescadito que nos ofrecen vendedores ambulantes: pulpo, camarones, ceviche, etc muy rico todo. Siestecita y a disfrutar del aire del mar. Vuelta en lancha a Tucacas con nuestro piloto en plan Miami 5.0 persiguiendo otras lanchas, y haciendo que casi nos vayamos por la borda. Pero hay que perdonárselo,  ha sido un buen guía, nos ha explicado cosas sobre los cayos, y encima ha sido muy puntual. Gracias¡ Ramón Antonio.
Y esto se va acabando. Al día siguiente amanece con mucha lluvia. La tarde anterior ya hemos decidido llamar a Ellio, nuestro taxista, para que venga a buscarnos. Nos va a llevar a unas termas en la localidad de “Trincheras” (famosa por una batalla de la época de liberación de Simón Bolívar), cerca ya de la ciudad de Valencia. Llega con bastante retraso debido a unos desprendimientos que ha habido en la carretera cerca de Puerto Cabello, pero llega. Nos habíamos hecho ilusiones de dormir en las termas, pero no hay habitaciones desde hace 1 mes. Es igual comemos, muy bien, y muy bien atendidos. Nos damos unos bañitos, chorritos, saunas, etc. Y para remate un masaje a cargo de manos dulces y suaves, que más que terapéutico parecía otra cosa. Nos recoge de nuevo Ellio, que ya nos ha conseguido hotel en Valencia. Dormimos en esta ciudad, un tanto triste por la noche y poco segura en apariencia. Así que a la cama pronto, que al día siguiente hay que volar.
Y ya está, viaje a Caracas, sin más, poco tráfico afortunadamente, y despedida de este país con 5 horas dentro del aeropuerto.

Y como la "corocora", nos fuimos volando. Adiósssssssss¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

Resumen: Etapa algo alterada en principio por los transportes, atascos y demás. Luego se convirtió todo en placidez al lado del mar con el arrullo de sus olas. La atención fué variada, hubo de todo: amabilidad, indiferencia, y en general poco contacto con la gente, pues había poco turismo y los locales tampoco invitaban en exceso a la conversación. Aún así Manuel engrosó su agenda de Facebook como ya era su costumbre.
Os recuerdo que cuando tenga la película, colgaré el enlace aquí. Saludos y a pasarlo "chevereeeeeee". Luis
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