Mayencos
en Venezuela. Octubre 2012
1ª
parte. Canaima y Salto Angel
Comienza
nuestro viaje un 17 de Octubre, llegamos Fernando, Manuel, Iván y
Luis al aeropuerto de Caracas sobre las 4 de la tarde. En el avión
las cualidades socializadoras sobre todo de Iván ya habían
conseguido que contactáramos con algunos venezolanos, sobre todo con
ellas. En general todos nos habían calentado la cabeza bastante con
el tema de inseguridad ( que agobio, siiiiiiii, ya antes de salir de casa nos
lo habían dicho....)pero bueno es lo que hay. Emma una abogada de
Bilbao,guapa y simpática nos acompañó por el aeropuerto hasta lo que debía ser una
salida más o menos segura. Cambio de divisas con un guardia de
seguridad con mucho misterio. Por si alguien no lo sabe si se viaja a Venezuela hay que
morir al palo del cambio ilegal,(y de paso fomentar la especulación
de divisas) pero es que si no te sale más caro el viaje que ir a
Noruega. Preguntamos por aviones para ir a Ciudad Bolívar, nuestro primer destino, no hay; ahora por autobuses, tras varias confusiones e interpretaciones nos vamos aclarando aparentemente. Bueno, salimos en un taxi blindado con un gorila por
conductor, poco hablador pero efectivo,que nos situó en la central
de autobuses de Rodovías ( compañía que no recomiendo a nadie por
lo que veréis) en pleno centro de Caracas; era ya de noche y la
señorita de la venta de tickets nos dice que no hay billetes ni para
ese día ni para nunca prácticamente. Solicitamos información de
otras compañías, no con mucho entusiasmo nos facilitan una lista de
tfnos de otras compañías. Localizamos una a tomar vientos de ésta. A
buscar taxi como locos, en una noche de idems en una ciudad de otro
tanto. En eso aparece otro gorila y nos dice que si queremos tickets
(boletos allí) un poco más caros (80% más) y para cuando queramos.
En esta situación de agobio decimos que si. Aparece el jefe de la
terminal, malhumorado y bienvestido (esto será general en todo
Venezuela: bienvestidos y antipáticos, con algunas excepciones) nos
pide la plata y los 4 pasaportes y pretende irse con todo, decimos
que no, que donde van nuestros pasaportes vamos nosotros y casi nos
los tira a la cara. Ala, otra vez a la calle, a buscar un taxi. En
eso aparece nuestro ángel guardián (Fredy) nos encuentra una
compañía mucho más cerca de lo que nos habían dicho y en dos
autobuses diferentes nos ponemos rumbo a Ciudad Bolívar.
Por
fin parece que nos podemos relajar, a dormir en el autobús toda la
noche hasta el amanecer. Pero cuidado,si alguna vez viajáis por
Venezuela en autobús y además de noche (los autobuses son cómodos,
con butacas amplias y reclinables y WC) no os olvidéis de subiros el
saco de dormir de -25º pues la temperatura media en toda la noche no
subirá de 15 o 16 grados. A alguno se le olvidó abrigarse y tuvo la valentía
de quedarse solo en camiseta y casi la palma, je,je. Se ve que es la
mejor manera de desinfectar el autobús, pues los que no llevan el
aire acondicionado a tope están plagados de cucarachas y el asiento
se te pega como una lapa.
Laguna de Canaima |
Iván y Manuel en el poblado "pemón" |
Llegamos
a Ciudad Bolívar Fernando y yo unas dos horas más tarde que Iván y
Manuel que habían salido en el primer bus. Ellos ya se habían
tomado su primer “juguito” (alguno lo pagaría después) y habían
tenido la “FORTUNA” de haber conocido ya a Carlos, el que sería
nuestro touroperador para las
actividades de los próximos días. Este sí es simpático, buen vendedor y probablemente arrollado por el devenir de la vida cotidiana que le rodea. Después de arduas negociaciones
sacamos un precio más que brillante (el que lo quiera saber que me
pregunte) para visitar el salto Angel y para el trekking en Roraima,
“todo incluido” es decir tanto lo bueno como lo malo. Cambio de divisas a lo bestia con un precio mejor que en Caracas. Y nos vamos
echando virutas hacia Canaima, base de partida para las visitas al
salto más alto del planeta. Todo son prisas en el aeropuerto pero nos tranquiliza "relativamente" el buen rollo que nos infunde la sonrisa de Carlos.Vuelo espectacular en avioneta, una
Cesna de más de 30 años, con pocos ajustes (bueno para la
ventilaciòn), yo en una solo con un montón de comida, pilotada por un
superpiloto de más de 130 kg (sería para compensar la carga), pero
que daba confianza, sobre todo al ver como se ponía a ver los
periódicos mientras volábamos. Los demás en otra avioneta juntos.
El viaje empieza bien, a la izda. se queda el río
Orinoco,majestuoso, más adelante empezamos a divisar el embalse de Guri, grandioso con sus islas, y cuando ya nos vamos acercando a
Canaima empiezan a aparecer los primeros “tepuys”, increíbles, y
a dos minutos del aterrizaje ya se divisa perfectamente la laguna de
Canaima con sus espectaculares cascadas. En resumen , una hora y
media de tensión y de placer a la vez. Trámites de rigor en el
miniaeropuerto, pago de tasas en Infoparques, compra
de mapas y alguna postal y derechitos a nuestra posada. No voy a dar
nombres, por no hacer publicidad, simplemente decir que estaba bien
situada frente al lago, se comía y bebía bien, pero las
habitaciones justitas,justitas.......Se dormía mejor en el
salón con el arrullo del bramido de las cataratas.
Niños pemones en la escuela |
embarcando hacia la posada |
Bañito
en el lago con aguas casi de color miel, muy calientes y con una
corriente que de no tener cuidado se puede convertir en peligrosa.
Pero la contemplación de semejantes maravillas a nuestro alrededor
nos hace sumergirnos en una embriaguez de felicidad que sólo turban
a ratos los insistentes “puri-puris”, mosquitos diminutos que se
han empeñado en fastidiar nuestro placer. Alguno vaciará su
repelente en pocas horas. Conocemos a nuestro guía para los próximos
4 días, “Tony”, un indio pemón con rasgos característicos de
su tribu, me refiero a los físicos, por lo demás antipático como
él solo, no creo que eso vaya con la etnia; hasta el último día no
le arrancamos una sonrisa y creo que fue porque llevaba una lata de
cerveza en la mano y alguna más en el estómago. Bueno, día libre,
a pasear por el pueblo, visita a pie a las cascadas en el puerto de
Ucaima y a visitar los comercios locales, escuelas y a intentar
conocer un poco a las gentes. Los niños encantadores, las empleadas
de las tiendas también, pero aquí viene la anécdota del día:
conocemos a un griego huído de la debacle que impera en su país de
origen por la crisis, está casado con una lugareña, regenta un
asador de pollos, limpio y agradable; ni cortos ni perezosos le
encargamos un pollo para darnos una alegría, nos dice que en media
hora lo tiene. Chachi¡¡¡¡¡ nos vamos a comer un pollito a la
brasa rico,rico. Pasa la media hora y regresamos, cuando llegamos le
está vendiendo nuestro pollo y alguno más a un lugareño. Lacónico
y escueto nos dice: “el pollo volóooooo....” Vale tronco¡¡ si todos
los griegos son así de cumplidores ? puajjjjjjj. Tal vez era el
ambiente y no el origen pero el caso es que nos quedamos sin pollito.
Menos mal, todo hay que decirlo, que en la posada se come bien y
abundante. Pero.......¡¡¡¡¡
Día
siguiente, cambio de planes, retraso de horarios y demás (ya nos
empezamos a acostumbrar). La idea primera era visitar las cascadas
cercanas y al día siguiente el salto Angel, pero ha llegado otro
grupo, mandado por nuestro “touroperador” Carlos y nos unen a
el.......guauuuuuuuhhhhh, está lleno de chicas: americanas,
canadienses y australianas, también un japonés, un suizo y un
superboludito argentinito. Esto promete....Iván y Manuel empiezan a
frotarse las manos ( los demás los ojos de ver tanta belleza).Gracias Carlitos,je,je,je.
Así
pues, esa misma mañana sobre las doce, preparamos todo, chaleco
salvavidas y a la “curiara” que toca navegar por el proceloso río
Carrao, luego el Churún y después a por el Salto Angel.
Toda
una tarde dentro de la canoa, se nos hizo corta, algún traslado a
pie para que los pilotos puedan superar los rápidos más peligrosos,
comidita a base de espaguetis carbonara deliciosos sobre la marcha,
tormentita abundante a mitad de camino mientras vamos bordeando el Auyan Tepuy, entramos en el río Churún, seguimos entre rápidos cada vez más bonitos y sorteando grandes rocas que a veces casi rozamos y por fin llegada a Isla “Ratón”,
con exclamaciones de asombro tras ser recibidos por la increíble
caída de agua más alta de este planeta maltrecho. Aquí todo parece
limpio y hermoso, sólo el ruido del motor parece estar fuera de
lugar, pero una vez que se para la barca y descendemos hacia el
campamento, todo es quietud y bienestar (bueno salvo para algunos,
los mosquitos)
Más abajo tenéis video de la llegada en canoa.
Más abajo tenéis video de la llegada en canoa.
Casi
anocheciendo hacemos las primeras fotos de una maravilla que está
entre las 10 mejores naturales de la Tierra. Vamos a pasar la noche
en hamacas, ahora sí tras habernos comido un suculento pollo hecho con leña del lugar y un poco de gasolina, pero sabrosísimo. A las cuatro de la mañana nos despertaremos para subir
al mirador del salto. Nuestro “amigo” Tony nos despierta a las 3,
alguien sabe porqué? .......pues no¡. Lo unimos como uno más de los misterios que
nos quedarán sin resolver en el viaje. De noche cerrada iniciamos un
ascenso entre agua, raíces y piedras mojadas, con los frontales al
principio y envueltos en una niebla espectral que hace aún más
emocionante el acercamiento a la base de la cascada. Tras un poco más
de 1 hora llegamos al primer mirador desde donde un estruendo
abrumador nos envuelve, seguimos hasta el mirador principal y allí
la mayoría se quedan a disfrutar del espectáculo que es la
contemplación de esta maravilla. Solo Iván, Manuel, Briana (la
chica americana) , el guía y yo nos vamos a la base a darnos el
bañito energético y reparador que corresponde a este momento
especial. Momento de felicidad sublime. Tal vez por eso lo llaman el "pozo de la felicidad"
Fotos
con todos los compañeros y de nuevo al campamento a almorzar.
Retorno a Canaima alucinando de la velocidad que coge la canoa ahora
con la corriente a favor, incluso nuestro timonel casi se va al agua
en uno de los rápidos.
Lo
que se preveía como una tarde de descanso se convierte, como por
arte de magia y de la improvisación, en una alocada carrera para
visitar el salto del Sapo, cascada que se pasa por detrás y de la
que tenéis un video un poco más abajo. La visita a esta cascada la
podemos calificar casi, casi tan memorable como la del salto Angel,
totalmente recomendable sentir la fuerza del agua tan próxima.
Fueron momentos excitantes y a la vez relajantes, y si no que se lo
pregunten a los que se metieron en los extremos del salto a sentir la
fuerza del agua en sus espaldas.
Regreso
a la posada, cenita y final “superchevere” con bailecitos en un
bello local al borde de la laguna. Ni que decir tiene que no tenemos
nada que hacer a la hora de mover las caderas, pero aún así nos
defendimos como jabatos, unos mejor que otros, y nos pegamos unos
bailes apretaditos inolvidables con casi todas las chicas, algunas como palos
tiesos pero en general muy sugestiva la situación. A dormir pronto
pues el garito cierra a las 10 por “duelo”, no de tiros.....que
sois muy mal pensados. Intercambios de correos, facesbooques y demás
y besitos con lagrimitas de “porqué no más.”'?........
Al
día siguiente saldríamos de Canaima tras incomprensibles horas de
espera en la posada sin saber horarios de vuelo y sin saber donde
estaba nuestro guía, etc.etc. Aún así no nos quitó nadie la
sonrisa de la faz por lo bien que lo habíamos pasado y lo
maravilloso del entorno que nos rodeó.
Nuestro "simpático guía" |
mirando alucinados el salto |
Marco, Elly, Briana, Claire y el "patito", detrás el timonel "Maguila" |
Kelly e Iván |
Inolvidable Salto "Angel" |
de izda. a dcha: Kelly, Claire (AUS) , Briana (USA) y Sam (CAN) |
Resumen:
paisajes de ensueño para retener en la memoria muchos años, compañeros de aventura entrañables, y
servicios turísticos tirando a regulares.
Os recuerdo que estoy trabajando en la que será la "movie" del viaje.Pero esto tardará, cuando la tenga informaré.
2ª parte: Ciudad Bolívar, Orinoco y Roraima
3ª Parte. Santa Elena de Uhairén, Ciudad Bolívar,
Río Caroní |
2ª parte: Ciudad Bolívar, Orinoco y Roraima
Seguimos
viaje. Llegamos el 5º día a Ciudad Bolívar en la avioneta que nos
había transportado desde Canaima, mismo piloto que a la ida y ahora
sí todos juntitos y con el amigo Leo, argentino que s e nos ha revelado encantador y al que deseamos suerte en su aventura en Brasil.
El
viaje en avioneta es espectacular una vez más y ahora más divertido
con todos los compañeros juntos. A nuestra llegada al aeropuerto no
hay nadie, y nadie sabe nada de nosotros, ni guías, ni el simpático
y atareado Carlos, nada. Nos miramos como tontos, y mientras unos van
al baño, otros a comprar dulces (y de paso conectar con las nativas)
yo me dirijo a un tfno público ( aprovecho para decir que si viajáis
por estas tierras, condenad el dichoso celular, compraos una tarjeta
de CANTV y a disfrutar llamando a casa por escaso céntimos,
cierto¡¡¡¡.....), contacto con Carlos, nervioso como siempre que
dice nos envía urgentemente un taxi que nos llevará a su posada. En
breves minutos aparece el taxista y así es nos dirigimos al centro
de Ciudad Bolívar donde la agencia de “Carlitos” tiene una
sencilla posada, bien refrigerada y sobre todo atendida muy
amablemente por su esposa, una mujer de sonrisa afable y voz dulce.
Nos cruzamos en la escalera con las chicas que regresaban a Sta.
Elena: Claire, Kelly y Briana, más besos, prisas y alguna
lagrimita.....pues ellas ya se van y nosotros aún no sabemos nada de
cuando ni hacia donde partiremos. La mujer de Carlos nos presenta a
nuestro guía: Fran, todo un personaje como iremos viendo. La cara y
el aliento del guía nos dice que algo no va bien; nos invita a
sentarnos y a pimplarnos unas buenas “Polar” bien frías y las
más grandes que yo he visto hasta ahora. Rechazo la invitación pues
a mí las cosas serias me gusta discutirlas bien sereno. Mientras nos
empieza a contar su historia personal, que no viene al caso, sigue el
baile de cervezas y el de su lengua. Parece ser que el quiere salir
al día siguiente, que no le parece bien lo que hemos pagado, y un
largo etc. que nosotros
no hemos negociado con él. Al final todo se resuelve al decir que
vamos a contratar 2 porteadores extra para nuestras cosas personales
y que lo que sobre de peso, puede utilizarlo para lo suyo. Alegrías,
apretones de manos y más cervezas (que luego pagaremos claro). En
resumen un día de retraso en lo previsto, que no nos molesta pues es
ya un poco tarde, lo único no viajar con las
chicas,mmmmmmmmhhhhh¡¡¡¡
hacia el puente sobre el Orinoco |
Día
siguiente: como hasta la tarde no sale el bus, tenemos prácticamente
todo el día libre, así que a pasear y descubrir esta extraña
ciudad que dió albergue al “Libertador de América Latina, del
yugo español”. Salimos de la posada y nos dirigimos hacia el río
Orinoco, que prácticamente rodea la ciudad, cogemos una lancha y nos
vamos a navegar por semejante monstruo de agua dulce, pasamos una
hora larga yendo hasta el puente colgante que se supone es el más
grande de América Latina. La verdad es que impresiona estar debajo
de su estructura metálica, incluida la calzada. El calor es
sofocante y la humedad del río se pega a la ropa, pero compensa
sobradamente el deslizarse por las aguas, que seguramente, hemos
estado recorriendo en Canaima y que sabemos vienen de esos
maravillosos tepuys y cascadas que hemos visto.
Seguimos
visitando la ciudad, ahora nos vamos al supuesto “Jardín
Botánico”. Lo de jardín bien, limpito y escaso, más de la mitad
está cerrado y la otra mitad si bien es lindo carece de toda
información sobre las especies que alberga. Bueno por lo menos se
respira un poco porque los alrededores a estas horas bullen de olor a
gasolina mal quemada y a aceites de fritura de dudosa calidad.
Aprovecho esta circunstancia para comentar dos de los males que
padece Venezuela en general desde mi modesto punto de vista: uno el
regalar prácticamente el combustible a sus habitantes ( un depósito
medio se llena por menos de 30 cms de euro) y otro la ingesta de
comida basura al más puro estilo yankee, fritos y más fritos, y
bebidas azucaradas, todo rodeado de plásticos y papeles que en la
mayoría de los casos terminan por los suelos y a veces con restos de
esos elementos. Siento ser tan duro pero es lamentable el aspecto de
muchas calles y plazas. Teniendo en cuenta que además no se ve que
haya un servicio de recogida de residuos en la mayoría de los casos,
como no hay un control de la quema de combustibles pesados que
inundan la atmósfera de una contaminación que tienen la suerte de
que se lava (aparentemente) cada vez que llueve , que es a menudo.
Bueno
seguimos. Llega la hora de comer y vemos que no es necesario comer
mal, descubrimos un comedor muy al estilo de todo Sudamérica, con
sus almuerzos económicos (aquí lo llaman “ejecutivo”) y que por
poco más de 2 euros nos sirven una sabrosa sopa de verduras, un
pollo exquisito con arroz y frijoles también exquisitos. Eso sí
casi no hay nadie, la gente prefiere los sitios de comida rápida,
puajjjjjj.
Buscamos
Correos para enviar postales y comprar sellos, y casi nadie sabe qué
es ni donde está. Al final lo encontramos pero está cerrado por
“duelo”, una vez más. Lo mismo debe pasar con el mueso de Simón
Bolívar que tampoco podemos visitar.
En
fin, ligero sueñecito y a preparar el viaje en la heladera del bus,
ahora sí prevenidos todos del frío. Nuestro guía nos espera en la
terminal, lejano y distante y casi como si no nos conociera, nos
anuncia que nos bajaremos en un pueblo antes de Santa Elena para no
tener que retroceder después hacia Paraitepuy, base desde donde se
inicia el trekking al monte Roraima. Para los que no lo sepan, el
Roraima es el tepuy más alto del Parque Nac. De Canaima, y es uno de
los pocos que se pueden acceder con facilidad. Además posee la
peculiaridad de tener en su cima un montón de especies endémicas y
una geología extraordinaria. Listos con el equipaje, los boletos y
a dormir al bus y a no enfriarse¡¡¡¡¡¡
Amanecemos,
creo que ya miércoles en San Francisco de Yuruaní, a 69 km de Sta.
Elena.
San Francisco de Yuruani |
bonito cartel en San Francisco |
Lindísimo poblado pemón, con calles amplias comercios
turísticos, en los que se venden cuarzos, jaspes y artesanía local.
Eso sí con 1.200 habitantes no cuenta con ni un sólo teléfono, lo
cual da al traste con nuestros planes de comunicar con la familia
antes de iniciar el trek que nos tendrá incomunicados 6 días.
Milagrosamente e incomprensiblemente la escuela del pueblo cuenta con
un servicio súper moderno de conexión a Internet. Hasta ahora ha
sido complicadísimo comunicarse vía red, y cuando lo he hecho ha
sido un desastre; aquí sin embargo va bastante bien, pero casi no
tengo tiempo de comunicarme. Conocemos a nuestros porteadores extras:
“Callao” un hombre de 46 años que infunde muchísima confianza y
Felipe un chaval de 26 que si bien al principio se muestra más
reservado detrás de sus gafas de rapper, después se desvelaría
como un compañero excepcional también. Compras de última hora,
chocolates, pan, plátanos, etc. y a subirnos al 4x4 que nos llevará
a Paraitepuy, aldea remota desde donde ya se divisará perfectamente
el Roraima, el Kukenán, el Yuruaní, y otros muchos tepuys
encantadores que conforman un paisaje misterioso en esta región que
se llama Gran Sabana y que muchas veces nos recordará paisajes que
tenemos más relacionados con Africa.
Llegamos
a Paraitepuy, casas pobres, básicas, frente a bungalows
aparentemente pensados sólo para turistas. Por lo menos cuentan con
un consultorio limpio y alimentado con energía solar. Control de
“Infoparques”, donde hay que registrarse y donde nos controlarán
a la vuelta que no nos llevemos nada que no nos corresponde. Eso está
muy bien. Disfruta de lo que te rodea, pero no te lo lleves a casa,
es un buen lema.
Paraitepuy |
Fran el guía e Iván, al fondo Kukenán |
Comida
tranquila a base de caldero con verduras y pollo, una vez más
exquisitos. Por lo menos hasta ahora nosotros vamos comiendo muy
bien. Un platanito de postre y con todo el calor del mediodía nos
ponemos en marcha y además con la tripita llena.
Nuestro
guía sale como un rayo, lleva una gran mochila (aquí morral) y el
precisamente no parece un atleta; pienso : “....o está muy fuerte
o se va a reventar”, no pasan ni 20 minutos y en la primera cuesta
importante …..pues eso …...se revienta. Así serán los próximos
10 o 12 km hasta el primer campamento, arrancadas de Fran, parones de
Fran.
Bueno
ya le iremos cogiendo el truco. Mientras tanto nosotros poco a poco,e
intentando no abrasarnos vamos avanzando por esta sábana, dura, muy
dura que antiguamente ha debido de ser jungla, pero que los incendios
y la vorágine de no sé muy bien quién ha ido convirtiendo en un
paraje que poco a poco se parece más a un desierto que a la selva.
Parece ser que este es el futuro de muchas de estas regiones, de
hecho en la vecina Brasil, el estado fronterizo, cuenta ya con alto
nivel de desertización.
Aún
así la belleza de los tepuys y todo lo que les rodea prevalece sobre
los malos augurios. Va cayendo la tarde y los colores del cielo
empiezan a transformarse en naranjas y violetas. Llegamos al
campamento Kukenán, tras haber cruzado el río del mismo nombre y el
río Tek. Ambos los hemos cruzado fácilmente, pues hace días que no
llueve, y aquí el caudal varía terriblemente en función de las
precipitaciones. Nos damos un refrescante bañito y con el permiso de
los mosquitos nos vamos a cenar también una exquisita cena.
Río Kukenán y chico muy limpio |
llegando al base |
Primera
noche de tiendas, pero hay luna llena y el campamento, sin ruidos y
con ese cielo invita a la contemplación y también a la reflexión.
En esas circunstancias y rodeados de este medio natural es fácil
divagar sobre pensamientos fundamentales que a todos nos invaden , y
así es, los cuatro charlamos mirando al cielo y nos hacemos un poco
más compañeros de camino.
Jueves,
desayuno un poco pesado, pero más que nada por el calor que nos
espera. Hemos de subir casi todo el día con una pendiente media
considerable, el agua ya no es tan abundante, e incluso en un momento
dado nos tenemos que apartar para encontrarla. Hay que decir que en
todo momento el agua parece pura y sin riesgo pero la elevada
temperatura nos obliga a no descuidarnos y la vamos potabilizando.
Por mi parte creo que es de las mejores aguas que he bebido en el
planeta que conozco.
Llegamos
a la base del Roraima, sudados y malolientes, pero cerca hay una
pequeña charca con agua refrescante que nos permite darnos un bañito
inigualable. Comida,y sin reposar Iván, Manuel y yo nos ponemos en
marcha, queremos ver el camino de ascenso, que ya desde el campo se
advierte de locura. Pero hay árboles y seguramente unas vistas
increíbles. A una velocidad de vértigo subimos hasta un amplio
mirador, adelantando a nuestros porteadores que van a dejar esa noche
ya parte de la carga en la cima.
Vemos
por fín la sabana desde casi lo alto del tepuy, y a la bajada vemos
un atardecer maravilloso.
en la jungla de subida a Roraima |
llegando al mirador |
Fran Tysson y Felipe al fondo |
Cima de Roraima |
Empezamos a darnos cuenta de que todo el
calor y la dureza de estos dos días empieza a merecer la pena.
Regreso al base, cenita y a dormir, que parece que va a hacer frío.
Caramba¡ con el calor que ha hecho todo el día y a mitad de la
noche me despierto helado de frío, me tengo que poner calcetines y
algo de ropa si no quiero dar vueltas toda la noche. Creo que alguno
más también pasó frío.
Ya
le habíamos avisado a Fernando de lo duro de la subida, así pues se
pone en marcha el primero para ir tomando ventaja. Esta vez Fran
parece más sensato e inicia la ascensión suavemente. A mitad de
camino conocemos a otro personaje de estas montañas. Uwe Neummann,
alemán que regenta la agencia Bagheera, de trekkings y ascensiones
en Venezuela, dice que ha pasado más de 500 noches en Roraima y se
le ve integrado en este medio al más puro estilo Indiana Jones, va
con unos japoneses que han subido en helicóptero ( eso no vale
troncos¡¡¡), algunos son de 60 y muchos años, pero eso no
justifica el truco, je,je. Bueno les perdonamos porque Fran, nuestro
guía , es amigo de Uwe y parece que es un buen chaval ( de 53
añitos). Hoy me ha escrito y me ha dicho que ha participado en un
rescate de 6 turistas en el Auyán Tepuy, pero que 4 han muerto,
vaya¡¡¡¡¡. Seguimos:
En
casi 3 horas alcanzamos el mirador ( ayer sin carga nos había
costado casi la mitad), fotos con el Kukenán como testigo y también
con las curiosas formas de las piedras que nos rodean, labradas por
la erosión del viento y el agua conforman figuras extrañas y a
veces fantasmagóricas. Todo es un laberinto de piedra y flora
desconocida extraordinario. Tras un descanso y avituallamiento
ofrecido por nuestro guía a base de mandarinas y ciruelas, seguimos
hacia nuestro “hotel”; así se llama aquí a los numerosos
refugios que hay bajo las rocas y que nos protegerán de la lluvia y
del frío en las gélidas noches de Roraima. El nuestro se llama “San
Francisco”, es pequeño pero más que suficiente para nosotros, los
guías y para instalar una cocina-comedor al más puro estilo
troglodita. Después de comer subiremos al “tope” 2815 mts de
altitud
Bellísimas
vistas aunque un poco nubladas y sobre todo buenísimas vibraciones
las que
transmiten
estas rocas bestiales y negras que a veces dan un poco de miedo. Cena
muy
buena
a cargo del “cheff” Fran y a dormir que aquí no hay mucho que
hacer y más si se pone a llover como es el caso. Decir que algunas
noches hemos llegado a pasar más de 12 horas dentro de la tienda,
estamos cerca del ecuador y el día y la noche duran prácticamente
lo mismo.
Alguno
piensa en visitar a los vecinos (un grupo de brasileños) pero el
hotel queda lejos y es fácil perderse, además en el abrumador
silencio que reina en la cima no se intuye que haya nadie vivo, así
que.....lo dicho: a dormir¡
Amanece
ligeramente nublado al día siguiente, parece que no va a ser el
mejor día, pero hay que confiar en los dioses que moran entre estas
piedras y ponerse en marcha. Bañito en las charcas de aguas claras
vecinas y aunque no hace mucho calor o nada nos sienta de maravilla.
Desayuno y a ver los “jacuzzis” de cuarzo, y sobre todo a mirar
desde lo alto hacia la selva de Guyana y asomarnos a la “ventana”
roca abierta que sobresale del precipicio poniéndonos los pelos de
punta al asomarnos hacia el abismo.
Camino
de la ventana, Fran por fin se nos revela como el auténtico guía
indígena que
es:
nos relata una maravillosa historia de su tribu, relativa a las
plantas carnívoras, la vi
rilidad
y la fortaleza de los jóvenes de su tribu y a las pócimas de los
chamanes. Por
unos
minutos nos traslada casi a una película de ficción, pero suena
todo tan real que nos lo creemos todo y nos deja embobados. Gracias
Fran¡
Felipe |
Luis en la ventana, al fondo Callao |
Manuel, sobre el abismo |
Llegamos
al abismo y a la vista de la jungla con el río Cacó al fondo.
Visita a la ventana y fotos alucinantes de rigor.
Nos
encontramos con los “brasileiros” y si bien al principio un poco
distantes, en seguida contactamos con ellos, sobre todo con la que
parece su líder “Kimie” una brasileña de origen japonés que a
sus 55 años tiene más marcha en el cuerpo que todos los otros
juntos. Bañito en los “jacuzzis”, sin mucho calor pero muy
energéticos. Fotitos con ellos y a comer, que el baño da hambre.
Por
la tarde deambularemos unos por un lado y otros por otro, la inmensa
planicie que es la cima de Roraima te invita a perderte, pero
cuidado¡ si la niebla llegase a invadirnos lo de perderse iría en
serio. El laberinto de piedras es inmenso y no es fácil orientarse
en él. Felipe nos acompaña a Iván y a mí a ver de nuevo la
ventana, parece que el atardecer promete. Los demás se irán con
Fran y Callao al campamento.
El
atardecer no defrauda y aunque entre nubes,nos emboba una vez más y
da pena marcharse ante la caída de la noche. Segunda noche en
Roraima, y una vez más fresquito, a pesar del cobijo de nuestro
hotel.
Ultima
mañana en la cima, amanece a ratos nublado. Desayuno, preparamos los
morrales, los porteadores recogen todo y a bajar. Nos juntamos
enseguida con los brasileños y su alegre “Chimie”, abrazos,
intento de robo del patito, y bajada entre bromas y resbalones en
este delicado descenso, que a Fernando se le va a hacer bastante
duro. En la bajada conocemos a Aaron, uno de los porteadores que
llevan ellos, un chaval joven que ha dejado Caracas para convivir en
una comunidad indígena y para ganarse unos bolívares hace de
porteador a ratos. Encantadora persona y muy comunicativa, creo que
es el primer venezolano con el que hablamos con fluidez, fervoroso
defensor de la política actual de Venezuela, reconoce sus fallos
pero mantiene la esperanza de que todo puede mejorar. Personaje muy
positivista y alegre en su mirada y sobre todo en su dulce voz. Un
placer realizar la bajada a su lado, nos habla de las cosas bellas
de su país y nos hace crecer la esperanza de que podemos encontrar
más gente como él.
Llegada
al campo base, y tras comer otra vez a andar, pero esta vez ya con un
calor insoportable. Fran propone volver a Paraitepuy de un tirón, lo
cual supone comernos una etapa, nos parece una barbaridad y al día
siguiente veríamos como así hubiera sido.
Noche
en el campamento río Tek, con un ambientazo tremendo, han llegado
varios grupos y entre los brasileños y nosotros sumamos una gran
cantidad de gente. Además hay cerveza (caliente, pero.....) y
algunos ya se animan un poco más. “Chimie” nos da un masaje a
los cuatro de profesional que nos deja anonadados y reconfortados de
nuestras maltrechas espaldas....”oubrigado¡¡¡¡¡¡Kimie, eres
genial¡¡¡”
Aaron, un fenómeno |
"Kimie" la mejor masajista de Roraima. |
Nos
abrasan los mosquitos, pero no nos impiden ver un atardecer precioso
con tormentas eléctricas mirando hacia San Francisco de Yuruaní.
Ultima noche en tiendas y madrugón para intentar no pillar todo el
calor que nos espera. Da igual a la hora de andar estamos ya
abrasados. Fernando e Iván lo pasarán regular tirando a mal por
esta circunstancia.
Yo
me adelanto un poco y los espero en el último río que hay antes del
poblado. Bebo en él con un placer enorme, creo que nunca he
disfrutado tanto del agua. Está fresca y dulce como pocas que he
probado. Pienso que tal vez sea una insensatez, pero qué
placer
en este mundo tan contaminado beber un líquido tan puro y sencillo.
Llegada
a Paraitepuy, registro de morrales, exhaustivo pero no se si muy
eficaz, unas frutitas frescas y a esperar el 4x4 que nos llevaré de
regreso a San Francisco.
Resumen de esta etapa: Cuanto más se aleja uno de la civilización, más a gusto se está, la naturaleza hace hermoso todo lo que vemos. Cuanto más naturaleza más belleza. Da igual el frío que el calor. La relación con los porteadores y guía genial. No será fácil olvidarlos. Roraima único, que se mantenga así, por favor¡
Seguiremos.
3ª Parte. Santa Elena de Uhairén, Ciudad Bolívar,
Caracas-Valencia.
Tucacas.
En la entrada de Morrocoy (Tucacas) |
Habíamos
dejado Roraima y regresamos a San Francisco, allí nos despediríamos
de dos buenos compañeros: “Callao” y Felipe. Unos regalitos por
aquí, intercambio de direcciones y unos abrazos sinceros de los que
duelen. Felipe vive en una posada muy agradable, limpia y fresca, sin
aire acondicionado pero con una techumbre de hojas de palma que
parece más efectiva que todas las últimas tecnologías. Nos
tomamos, ahora sí, unas cervezas bien frías y a comer mientras
viene un taxi para llevarnos a Sta. Elena de Uhairén, desde donde tomaremos el bus para regresar a Ciudad Bolívar. Fran nos muestra a
Fernando y a mí un comedor limpio y donde asan unos pollos con leña
que huelen bien.
Mientras
tanto Manuel e Iván han ido a recorrer el pueblo y han hecho amistad
con una gente de Chichiriviche, ciudad que se sitúa en pleno corazón
del Parque Morrocoy que ha de ser nuestro próximo destino. Comemos
al lado de los miembros de una campaña gubernamental de salud, que
está haciendo su labor en el pueblo; sorprende ver el peso
desmesurado de la mayoría de sus componentes, otra nota más
negativa que añadir a nuestras impresiones del país. Lo siento en
el alma, pero resulta impactante ver algunas contradicciones tan
grandes en un país tan hermoso.
Rumbo
a Santa Elena, con la esperanza de poder saludar a las chicas que
sabemos paran por allí (Briana, Claire y Kelly). El viaje a toda
leche, con un Ford Fiesta, cinco personas y una buena carretera, los
paisajes son muy agradables, palmerales, árboles con hojas de
diferentes colores, y de vez en cuando atravesamos ríos caudalosos,
entre ellos el que ya conocemos bien en sus inicios: el Kukenán.
Llegamos a la terminal de la ciudad, lo primero es sacar los billetes
para nosotros y para Fran, que se ha quedado sin dinero.
Nos
damos un paseo por Sta. Elena y resulta que al ser domingo está todo
prácticamente cerrado; esto no nos impide disfrutar del buen
ambiente que se respira en ella, es tranquila y aparentemente mucho
menos peligrosa de lo que nos la han pintado en Ciudad Bolívar.
Paseamos, cambiamos dinero, nos tomamos unos batiditos buenísimos y
conocemos a dos personajes singulares que venden artesanía; el más
mayor, Víctor, nos cuenta un montón de cosas, es un hombre
instruido y muy culto a pesar de su aspecto de viejo “hippie”, alaba
el gobierno actual y nos da sus impresiones sobre como era todo
antes. Conclusión: “cuando se ha estado peor cualquier mejora
vale”. Aunque no nos consuela de nuestras impresiones, la verdad es
que resulta agradable estar charlando tranquilamente en esta
población, aunque del rastro de las chicas nada; Víctor nos explica
donde puede ser que estén, se trataría de una comunidad indígena
alejada, en un paraje maravilloso pero lejos y complicado de acceder.
Será para otra ocasión.
Víctor y unas amigas |
A
medida que cae la tarde el calor baja y las calles se empiezan a
poblar de gentes que dan un buen ambiente a la ciudad, lástima, ya
es casi la hora de marchar......para una vez que nos sentíamos a
gusto en la civilización. Así pues a la terminal y otra vez a la
heladera, pero esta vez tenemos asientos arriba con vistas a la
carretera. Nada más salir se desata una espectacular tormenta de la
que disfrutamos tras los cristales. También disfrutaremos toda la
noche de la discoteca que se monta el conductor a base de" regetton" fundamentalmente. De como conducía no quiero ni mencionarlo, para no
asustar a nadie.
Llegada
de mañanita a Ciudad Bolívar y ahora por fin sí volvemos a ver a
Carlos, pero como siempre anda súper liado buscando clientes, nos
pone en un taxi de película : un Ford de hace 30 años con los
asientos sujetos con cadenas, echando humo como una locomotora, y
conducido por un taxista jovial que nos coloca en un santiamén en la
pensión. Nos
recibe la mujer de Carlos tan amable como siempre. Duchitas, lavado
de ropas y a esperar el siguiente autobús que será como siempre de
noche. Paseos de nuevo para hacer algunas compras. Los jóvenes
contactan con dos chicas en un comercio y prácticamente se pasan el
día intentando cortejarlas. Ellos sabrán en que quedó la cosa.
Por
fin podemos ir a Correos, y esta vez sí echamos postales, y
compramos sellos.
Dejamos
Ciudad Bolívar, que hasta ahora ha sido un poco nuestra base de
movimientos para dirigirnos a una parte diametralmente opuesta del
país, nos vamos a la playa.........¡¡¡¡ Nuestros maltrechos
cuerpos necesitan calorcito, agua salada y la brisa del mar que
siempre limpia los pulmones y a veces el alma. Pero primero hay que llegar....¡¡¡
Salida
en autobús con retraso hacia Valencia, casi 1 hora (empresa
Ayacucho, suena a revolucionario, pero no, es el nombre de un estado
de Venezuela). Es el primer autobús que tiene el aire acondicionado
un poco decente, en el anterior habíamos tenido que tapar las
salidas con cinta y aún así habíamos tenido frío. Bueno, a dormir
tocan, asientos cómodos y más espacio que en ningún otro,
guauuuuuh¡ pinta bien la cosa¡¡¡
Pero
ay amigo¡ en lo más tranquilo de la noche, con una luna llena
preciosa y entre paisajes de bosques maravillosos, de pronto suena un
golpe fuerte que nos indica que algo va mal. El autobús ha reventado
alguna rueda. La carretera es estrecha, estamos como en un puerto de
montaña, pero el autobús no se detiene, simplemente circula lento,
muy lento. En cualquier momento esperamos que algo malo suceda, no es
posible que circule tantísimos kilómetros así. Sigue hasta que por
fin encontramos una zona amplia donde otros autobuses averiados
esperan su reparación. Parece ser que no era nada recomendable
pararse en mitad de la noche en cualquier sitio. Más adelante nos
contarían la cantidad de autobuses que se asaltan todas las semanas
en Venezuela.
No
sé cuantas horas estuvimos, lo que si sé es que este retraso nos
hizo que el atravesar Caracas fuera un infierno de atascos, y que el
llegar a Valencia se demorara en más de 6 horas.
Por
fin llegamos a Valencia, tras haber entrado a la terminal en Maracay a.
Muy diferentes ambas ciudades de lo que habíamos visto hasta ahora. Las dos están rodeadas de montañas con bosques frondosos; destaca
sobremanera en ellos unos árboles de flores amarillas que entendimos
se llaman: aranagüey. Realmente preciosos. Las dos ciudades viven a
orillas del Lago Valencia, que en esta temporada de lluvias recién
pasadas se había acrecentado notablemente dejando a mucha gente sin
casa. Parece ser que el gobierno ya les está construyendo otras.
Las
terminales de los autobuses más o menos son todas iguales, un
barullo tremendo de gente, comercios, autobuses y coches con sus
motores encendidos apestando a combustible, y gente buscando viajeros
para ubicarlos hacia su destino. A nosotros enseguida nos asaltó un
señor que incluso nos quería conseguir restaurante. Aceptamos su
invitación de viajar a Tucacas, nuestro próximo destino, en un taxi
limpio y a buen precio. Como estábamos tan cansados de autobús no
lo pensamos ni un momento. Se presenta el taxista: Ellio. Un hombre
alto y fuerte de voz más que templada, que infunde mucha seguridad;
nos llevará, nos buscará posada e incluso se molesta en localizar
cambio de moneda a buen precio.
En la pescadería frente al Hotel |
Calle de Tucacas |
Llegamos
a Tucacas. Ya por el camino la impresión no era muy buena, el día
tampoco acompaña, está nublado. Pero lo que vamos viendo no es
precisamente ni idílico ni paradisíaco. Mucha carretera, mucho
tráfico y sobre todo muchas construcciones de dudoso gusto al lado
mismo de las costas. La entrada en la avenida principal de Tucacas
tampoco invita al romanticismo, calles sucias y construcciones no muy
brillantes. Preguntamos en 2 hoteles y al final nos quedamos en el
segundo. Está al lado del puerto, se huele el mar y el pescado,
tiene una pequeña piscina en la amplia terraza del ático y parece
tranquilo, además el precio está super bien. La habitación limpia
y fresca, del baño mejor no hablar. Como ya casi es de noche nos
limitamos a cenar en la mejor pastelería que hemos visto hasta el
momento. La regenta un gallego al que nunca llegaremos a ver, a pesar
de que era el que nos iba a cambiar moneda,........ según Ellio.
Pero
los dulces que vende y los batidos son geniales, así pues
repetiremos una y otra vez hasta hartarnos. A dormir que llevamos 2 noches en
autobús, y casi no nos acordamos de lo que es un colchón.
Amanece,
estamos situados en la única entrada peatonal que tiene el Parque
Nacional de Morrocoy, conformado por islotes de manglares y cayos de
coral finísimos, este parque alberga una fauna de aves
impresionante.
Iván
y yo nos vamos a trotar por el parque y a intentar descubrir de qué
va este entorno. Con un calor asfixiante y húmedo ( la noche
anterior ha llovido a base de bien.Por fin nos vamos dando cuenta de
que sí ha merecido la pena venir hasta aquí. Levantamos a los otros
dos y...... día de super playa, relajados a orillas de un entrante del
Caribe. Aguas tranquilas y azules, bordes de coral que hacen que las
orillas sean incómodas pero muy bellas. Calor asfixiante pero
soportable a la sombra. Conocemos a Olga, una colombiana trotamundos
que se gana la vida haciendo artesanía. Le compramos algo y Manuel
le hace un encargo que prácticamente le lleva toda la mañana a
nuestro lado. Nos cuenta un poco su vida, es "rastafary", su sueño es
conocer Etiopía y se cubre la cabeza con una bandera de ese país.
Nos narra parte de sus andanzas por los países que ha viajado :
Costa Rica, Panamá, Honduras, etc. Y así pasamos la mañana. Vuelta
al hotel, duchita y a pasear por las sucias calles de Tucacas.
Olga |
Desembarco en Cayo Sombrero |
Recogiendo palma, para tejados |
En la lancha camino de los Cayos |
Al
día siguiente amanece lloviendo, hemos quedado ya con el piloto de
una lancha que nos ha de llevar a hacer un “tour” por los cayos.
Mientras desayunamos sigue lloviendo, pero al final decidimos
embarcarnos, pues en la dirección que vamos se ven claros. Un
acierto, nada más salir en la lancha llueve con fuerza pero
enseguida se para y nos vamos adentrando en lagunas de manglares
fantásticas con cientos de pájaros por encima de nosotros . Paramos
en playa de los Juanes, un sitio de aguas poco profundas y nos bañamos
al lado de manglares. En el pozo de las estrellas Iván salta al agua
a recoger estrellas de mar, que parecen estar puestas allí de
adorno, yo pienso que no pero nos quedará la duda. Fotitos con ellas
y hacia Cayo Sombrero. Un lugar inigualable por sus arenas blancas,
sus aguas de color azul turquesa limpias y sus palmerales de ensueño
dando una sombra más que necesaria dada la altísima temperatura que
reina en este lugar. Bañitos y más bañitos en las placenteras
aguas, paseos y alguna carrerita por la playa. Poca gente, para
disgusto de los chicos, pero no se puede pedir todo. Comemos
pescadito que nos ofrecen vendedores ambulantes: pulpo, camarones,
ceviche, etc muy rico todo. Siestecita y a disfrutar del aire del
mar. Vuelta en lancha a Tucacas con nuestro piloto en plan Miami 5.0
persiguiendo otras lanchas, y haciendo que casi nos vayamos por la
borda. Pero hay que perdonárselo, ha sido un buen guía, nos ha
explicado cosas sobre los cayos, y encima ha sido muy puntual.
Gracias¡ Ramón Antonio.
Y
esto se va acabando. Al día siguiente amanece con mucha lluvia. La
tarde anterior ya hemos decidido llamar a Ellio, nuestro taxista,
para que venga a buscarnos. Nos va a llevar a unas termas en la
localidad de “Trincheras” (famosa por una batalla de la época de
liberación de Simón Bolívar), cerca ya de la ciudad de Valencia.
Llega con bastante retraso debido a unos desprendimientos que ha
habido en la carretera cerca de Puerto Cabello, pero llega. Nos
habíamos hecho ilusiones de dormir en las termas, pero no hay
habitaciones desde hace 1 mes. Es igual comemos, muy bien, y muy bien
atendidos. Nos damos unos bañitos, chorritos, saunas, etc. Y para
remate un masaje a cargo de manos dulces y suaves, que más que
terapéutico parecía otra cosa. Nos recoge de nuevo Ellio, que ya
nos ha conseguido hotel en Valencia. Dormimos en esta ciudad, un
tanto triste por la noche y poco segura en apariencia. Así que a la
cama pronto, que al día siguiente hay que volar.
Y
ya está, viaje a Caracas, sin más, poco tráfico afortunadamente,
y despedida de este país con 5 horas dentro del aeropuerto.
Y como la "corocora", nos fuimos volando. Adiósssssssss¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ |
Resumen:
Etapa algo alterada en principio por los transportes, atascos y
demás. Luego se convirtió todo en placidez al lado del mar con el
arrullo de sus olas. La atención fué variada, hubo de todo:
amabilidad, indiferencia, y en general poco contacto con la gente,
pues había poco turismo y los locales tampoco invitaban en exceso a
la conversación. Aún así Manuel engrosó su agenda de Facebook
como ya era su costumbre.
Os recuerdo que cuando tenga la película, colgaré el enlace aquí. Saludos y a pasarlo "chevereeeeeee". Luis
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